miércoles, 6 de abril de 2016

Refugiados

Las migraciones, han estado presente en toda la historia, siempre acompañadas por el horror de guerras o hambrunas, el dolor de abandonarlo todo y la esperanza de un futuro mejor.

Mis bisabuelos paternos han embarcado alrededor del año 1905, llegando finalmente a tierras argentinas un año después, previo paso por Brasil. Mi abuelo Eduardo, era un pequeñajo de unos 3 o 4 años, en su tierra de nacimiento se pasaba hambre, era de un pueblo pequeñito español, de la Provincia de Soria. Sus padres tomaron la decisión de emigrar para buscar un mejor porvenir para ellos y para sus hijos. Luego de mucho trabajo y tesón, lo lograron y la rama argentina de la familia es inmensa; aún recuerdo el último encuentro familiar que fue una fiesta increíble, donde se presentó el árbol genealógico completo hecho por un primo segundo de mi padre.

Así como ha sido el caso de mi familia, tanto paterna como materna, han sido millones los europeos que han decidido buscar refugio a lo largo de la historia en otras tierras. Sólo en Argentina, entre 1857 y 1940, han llegado unos 8 millones de personas, de los cuáles 3 millones fueron italianos, 2 millones españoles y 1 millón y medio han sido alemanes, esto también ha ocurrido con varios países de América, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Brasil, Uruguay, Chile y Venezuela.

Actualmente la posición europea ante la situación de los migrantes es vejatoria, esta semana comienza a regir el “tratado” con Turquía para que ellos hagan lo que crean conveniente con la gente que busca refugio y huye de la guerra y el hambre. Esto, en la práctica, es simplemente entregar vidas humanas para que sean sacrificadas de una forma u otra, en campos de concentración. Parece fuerte esa expresión, pero es lo que son en la realidad, los llamamos campos de refugiados, pero no son refugiados, porque no se les dá refugio, no se les dá asilo, sino que se los encierra en un sitio donde no pueden salir ni entrar, tienen la comida racionalizada, pasan frío...etc. Las imágenes que nos llegan son terribles y lo peor de todo es que a mucha gente le dá igual o simplemente dicen, es que no queda otra…En todo éste caos solo puedo aplaudir a la gente que si está haciendo algo, algunos que conozco personalmente están trabajando para poder ayudar en lo que pueden.

Estas semanas ocurrieron también dos actos terroristas, los dos son condenables, los dos son tragedias que cuestan muchas vidas y la mayoría de nosotros solo se ha percatado de sólo uno. Este hecho me hace reflexionar sobre el valor de la vida humana y en la forma en que nos afecta como individuos, en nuestra intimidad y en como luego lo exteriorizamos, en el valor que le pone cada uno a éstos hechos ya sea que ocurran en Francia o Bélgica o bien en Pakistán o Turquía. ¿Vale más una vida que otra? Quiero suponer que parte de esa diferencia de reacciones en nosotros tiene que ver la distancia de cada sitio afectado o también el miedo que te produce el pensar: “podría haber sido yo o alguien que conozco” porque son lugares en los que podríamos estar físicamente o bien porque esos lugares los tenemos idealizados…sea como fuere es evidente que las muertes en Europa importan más, por ende podríamos decir que los muertos europeos valen más y finalmente llegaríamos a que las vidas europeas valen más. Llegar a ésta afirmación final me dá mucho miedo y creo que esto nos debería dar mucho miedo a todos y hacernos reflexionar un poco sobre lo valioso de la vida, solo por ser humanos, no según donde hallas nacido. Y que hay derechos que no tienen nacionalidad, ni color de piel ni tampoco idioma. Una mirada, una simple mirada puede dar mucho amor, no hace falta hablar mucho, solo mirar a la otra persona.

Los movimientos migratorios y los actos terroristas no son hechos aislados, sino que están relacionados, como todo en éste mundo globalizado, el problema radica en como algunos políticos y periodistas intentan vincular los atentados con los inmigrantes radicados en Europa y de esta manera engañar a la sociedad y  responsabilizar a los inmigrantes y refugiados de todo lo que sucede de éste lado del mar y así legitimar el cierre de las fronteras.

Ojalá se dé marcha atrás con éstas medidas y que se termine de una vez por todas con las muertes innecesarias.

Ramiro Blasco